The FBI agents conducted a raid in a psychiatric hospital in Santiago that was under investigation for medical insurance fraud. After hours of reviewing thousands of medical records, the dozens of agents were terribly hungry. The chief in charge of the investigation called a nearby pizza parlor with delivery service to order a quick dinner for his colleagues. Here is the recorded text of the conversation. Agent: Hello. I would like to order 19 large pizzas and 67 cans of soda. Pizza Man: And where would you like them delivered? Agent: We’re over at the psychiatric hospital, and we are all FBI agents, and since we have locked the front door to help our operations, you will have to go around to the back to the service entrance to deliver the pizzas. Pizza Man: A group of FBI agents calling from the psychiatric hospital that I should come with 19 large pizzas and 67 cans of sodas through the back door? Agent: That’s right, and it is very urgent. We’ve been here all day and we’re starving. I have my F.B.I. checkbook right here. Will you show up soon? Pizza Man: I don’ t think so. Agent: Why? Pizza Man: Because last week it was President Obama who ordered pizzas from that psychiatric hospital for his White House staff! I shall ask your doctors to give you stronger medicines to ward off your F.B.I. hallucinations and to help you sleep well. Bye.” Click. Bzzz. The feeling that the Pizza Man had as he participated in that conversation may have been something like what the teenaged Mary felt at the beginning of her encounter with the angelic messenger on the day of the Annunciation.

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There was a story years ago in the Canadian version of the Reader’s Digest of a large moose that wandered into a residential area in Calgary, Canada. The moose ended up on the lawn of a lady named Lorna Cade. A Fish and Wildlife officer was dispatched to try to coax the magnificent animal back into the wild. After two hours of absolutely no progress, the officer finally shot the moose with a tranquilizer dart. The moose bolted down a lane and eventually collapsed on another nearby lawn. The reporters who had been following this event interviewed the lady at the house where the moose collapsed. They asked her what she thought about the moose which had passed out on her lawn. “I’m surprised,” she answered, “but not as surprised as my husband will be. He’s out moose-hunting.” Her husband had gone out looking for moose and a large moose had come to him. That is the message of Christmas. While humanity spends its time seeking after God, God comes to us in the Baby of Bethlehem

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As a little girl climbed up into Santa’s lap, Santa asked the usual, “And what would you like for Christmas?” The little girl just stared at Santa with her mouth open and horrified look on her face for a minute, and then she gasped: “Didn’t you get my E-mail?” That had to have been the same sort of horrified look that Mary must have had on her face when the Angel of the Lord appeared to her and spoke to her about God’s purpose for her life.

Fr.Joseph Antony Sebastian
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Nota de nuestro pastor:

Los agentes del FBI realizaron un allanamiento en un hospital psiquiátrico de Santiago que estaba bajo investigación por fraude a seguros médico. Después de horas de revisar miles de expedientes médicos, decenas de agentes estaban terriblemente hambrientos. El jefe encargado de la investigación llamó a una pizzería cercana con servicio de entrega para una cena rápida para sus colegas. Aquí el texto grabado de la conversación. Agente: Hola. Me gustar ía ordenar 19 pizzas gr andes y 67 latas de soda. Hombre de pizza: Y donde quiere que sea entregada? Agente: Estamos en el hospital psiquiátrico y todos somos agentes del FBI, y ya que hemos cerrado la puerta para llevar a cabo nuestras operaciones, usted tendrá que llevarlas atrás por la entrada de servicio. Hombre de la pizza: Un grupo de agentes del FBI están llamando desde el hospital psiquiátrico que debo llevar 19 pizzas grandes y 67 latas de refrescos a la puerta de atrás? Agente: Eso es correcto, y es muy urgente. Hemos estado aquí todo el día y nos estamos muriendo de hambre. Aquí tengo mi chequera del FBI. ¿Llegarán pronto? Hombre de pizza: no lo creo. Agente: ¿por qué? Hombre de la pizza: Porque la semana pasada fue el Presidente Obama quien pidió pizzas de ese hospital psiquiátrico para su personal de la Casa Blanca! Voy a decirle a sus médicos que le de medicinas más fuertes para protegerse de sus alucinaciones del F.B.I. y para ayudarle a dormir bien. Bye.” La sensación del hombre de la pizza en la conversación puede haber sido algo parecido a lo que la adolescente María sintió al principio de su encuentro con el Mensajero Angelical en el día de la Anunciación.

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Hay una historia hace años en la versión canadiense del Reader’s Digest de un alce grande que vagaba en una zona residencial en Calgary, Canadá. El alce terminó en el jardín de una señora llamada Lorna Cade. Un oficial de Pesca y Vida Silvestre fue enviado para tratar de persuadir al magnífico animal silvestre de regresar al bosque. Después de dos horas sin ningún progreso, el oficial finalmente tiró al alce un dardo tranquilizante. El alce corrió por un camino y finalmente se derrumbó en otro césped cercano. Los reporteros quienes habían estado siguiendo este evento entrevistaron a la señora de la casa donde el alce se derrumbó. Le preguntó lo que pensaba sobre el alce que había caído fuera en su jardín. “Estoy sorprendida”, ella respondió, “pero no tan sorprendida como estará mi marido. Él anda cazando alces.” Su marido había salido en busca de alces y un alce grande había venido a él. Ese es el mensaje de la Navidad. Mientras que la humanidad gasta su tiempo buscando a Dios, Dios viene a nosotros en el bebé de Belén.

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Cuando una niña se subió en el regazo de Santa, Santa preguntó lo usual, “¿Qué quieres para Navidad?” La niña sólo miró a Santa con su boca abierta y con una mirada horrorizada en su cara durante un minuto, y entonces ella abrió la boca: “No recibiste mi correo electrónico?” Tuvo que haber sido el mismo tipo de mirada horrorizada que María debe haber tenido en su rostro cuando el Ángel del Señor se le apareció y habló con ella sobre el propósito de Dios para su vida.

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