Once, a mother took a five- year-old son with her to a concert by Ignace Paderewski, the great Polish pianist. The mother and her son got their seats close to the stage. Then the mother met her old friend and got involved talking with her. She failed to notice that her son had slipped away to do some exploring. At the right time the lights dimmed and the spot light came on. Only then did the mother see her five-year-old son on the stage, sitting on the piano bench, innocently picking out “Twinkle, Twinkle, Little star.” Before she could retrieve her son, Paderewski walked on to the stage. Walking over to the piano, he whispered to the boy, “Don’t stop, keep playing.” Then, leaning over the boy, Paderewski reached out his left hand and began to fill in the bass. Later, he reached around the other side of the boy and added a running obbligato. Together, the great maestro and the tiny five-year-old mesmerized the audience with their playing.
The image of the great maestro and the tiny five-year-old at the piano makes a fitting image of the Holy Spirit coming upon the disciples. When Jesus was captured in the garden of Gethsemane, the disciples were completely broken hearted. Most of the disciples had great expectations of occupying important positions when Jesus would establish a political kingdom. They never expected that their master who had restored the eye sight to the blind, cured the leprosy, made the dumb to speak, raised the dead to life could ever be captured, tried like a common criminal and condemned to death by crucifixion. Therefore, when the unimaginable thing really happened, the disciples were completely shattered. Overcome with a sense of defeat, anxiety and fear, all that they could do was to lock themselves up in a dark room and brood over their shattered dreams. But the same disciples became completely fearless and began to proclaim about the resurrection of Jesus when the Holy Spirit came upon them on the day of Pentecost. May the same Holy Spirit descend upon each of us make us fearless disciples of Jesus.

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
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Una vez, una madre de un hijo de cinco años lo llevó a un concierto de Ignace Paderewski, el gran pianista Polaco. La madre y su hijo tenían sus asientos cerca del escenario. Después la madre se encontró con su vieja amiga y se envolvió hablando con ella. Ella no se dio cuenta de que su hijo se había escapado para explorar. En el momento oportuno las luces se atenuaron y se encendió la luz del escenario. Sólo entonces la madre vio a su hijo de cinco años en el escenario, sentado en el banco del piano, tocando inocentemente “Twinkle, Twinkle, Little Star” Antes de que ella pudiera recuperar a su hijo, Paderewski caminó hacia el escenario. Caminando hacia el piano, le susurró al niño, “no pares, sigue tocando.” Luego inclinándose sobre el niño, Paderewski extendió su mano izquierda y comenzó a tocar el bajo. Más tarde, alcanzó al otro lado del muchacho y agregó un obbligato corriente. Juntos, el gran maestro y el pequeño de cinco años, hipnotizaron al público con su interpretación.
La imagen del gran maestro y el pequeño de cinco años en el piano crean una imagen apropiada del Espíritu Santo descendiendo sobre los discípulos. Cuando Jesús fue capturado en el jardín de Getsemaní, los discípulos estaban totalmente con el corazón roto. La mayoría de los discípulos tenían grandes expectativas de ocupar cargos importantes cuando Jesús estableciera un reino político. Nunca esperaron que su amo quien había restaurado la vista a los ciegos, curado la lepra, hacer que el mudo hablara, y resucitara a los muertos a la vida, podría alguna vez ser capturado, juzgado como un criminal común y condenado a muerte por crucifixión. Por lo tanto, cuando realmente sucedió lo inimaginable, los discípulos estaban totalmente destrozados. Envueltos en una sensación de derrota, ansiedad y miedo, lo único que ellos pudieron hacer es encerrarse en una habitación oscura y abatirse sobre sus sueños rotos. Pero esos mismos discípulos dejaron el miedo totalmente y empezaron a proclamar sobre la resurrección de Jesús cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos el día de Pentecostés. Que el mismo Espíritu Santo descienda sobre cada uno de nosotros y nos convierta en intrépidos discípulos de Jesús.

Fr.Joseph Antony Sebastian
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