In spite of her successful career, a Catholic executive felt emptiness in her life. One morning, during a breakfast meeting with her marketing consultant, she mentioned that emptiness. “Do you want to fill it?” her colleague asked. “Of course I do,” She said. He looked at her and replied, “Then start each day with an hour of prayer.” She looked at him and said, “Don, you’ve got to be kidding. If I tried that I’d go off my rocker. “Her friend smiled and said “That’s exactly what I said 20 years ago.” Then he said something else that really made her think. He said, “You’re trying to fit God into your life. Instead, you should be trying to fit your life around God.” The woman left the restaurant in turmoil. Begin each morning with prayer? Begin each morning with an hour of prayer? Absolutely out of the question! Yet, the next morning the woman found herself doing exactly that. And she’s been doing it ever since. The woman is the first to admit that it has not always been easy. There have been mornings when she was filled with great peace and joy. But there have been other mornings when she was filled with nothing but weariness. And it was on these weary mornings that she remembered something else that her marketing consultant said: “There will be times when your mind just won’t go into God’s sanctuary. That’s when you spend your hour in God’s waiting room. Still, you’re there, and God appreciates your struggle to stay there. What’s important is the commitment.”

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Some years ago in an issue of Sports Illustrated, there was an article on Bela Karolyi, a Rumanian coach. He was once the coach of the national Rumanian team that produced the world Olympic champion Nadia Comanecci. In 1981 Bela Karolyi defected to the United States with a suitcase, leaving everything else behind including his Mercedes. A few years later he was training more than 300 youths at his Sundance Athletic Club at Houston. To attain world-class status in gymnastics the way Nadia did, an athlete must become a disciple of a master like Bela Karolyi. First, she must sacrifice her own comfort and follow a strenuous training program. Second, she must reorder her priorities, attach supreme importance to gymnastics and subordinate everything else to it. Third, she must make a single-minded commitment to persevere in spite of difficulties and disappointments. These same three elements of discipleship are required of the Lord’s followers in today’s gospel: letting go of everything, reorder priorities and single-mindedness.

(Albert Cylwicki in His Word Resounds; quoted by Fr. Botelho).

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:

 A pesar de su exitosa carrera, una ejecutiva Católica sentia vacío en su vida. Una mañana, durante un desayuno de trabajo con su asesor de mercadeo, mencionó ese vacío. “¿Desea llenarlo?” preguntó su compañero. “Por supuesto que quiero”, dijo. Él la miró y respondió, “Entonces comienza cada día con una hora de oración”. Ella lo miró y dijo: “Don, debes de estar bromeando. Si intento eso me volvería loca. “Su amigo sonrió y dijo “Eso es exactamente lo que dije hace 20 años”. Luego dijo algo que en realidad le hizo pensar. Él dijo, “estás tratando de acomodar a Dios en tu vida. En su lugar, usted debería preocuparse por organizar su vida alrededor de Dios.” La mujer salió del restaurante desconcertada. ¿Comienza cada mañana con una hora de oración? Absolutamente no! Sin embargo, a la mañana siguiente la mujer se encontró haciendo exactamente eso. Y ella ha estado haciéndolo desde entonces. La mujer es la primera en admi!r que no siempre ha sido fácil. Han habido mañanas cuando ella se ha llenado de gran paz y alegría. Pero han habido otras mañanas cuando ella se ha llenado nada más que de cansancio. Y ha sido en estas mañanas cansadas cuando ha recordado algo más que su asesor de mercadeo dijo: “habrá momentos cuando tu mente no ira al Santuario de Dios. Es cuando usted pasara su hora en la sala de espera de Dios. Aun así, estará allí y Dios aprecia su lucha por estar ahí. Lo que es importante es el compromiso.”

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Hace algunos años en una edición de Sports Illustrated, había un ar”culo sobre Bela Karolyi, un entrenador Rumano. Una vez fue el entrenador de la selección Rumana quien produjo al campeón Olímpico de Nadia Comanecci. En 1981 Bela Karolyi desertó a los Estados Unidos con una maleta, dejando todo lo demás atrás incluyendo a su Mercedes. Unos años más tarde él estaba entrenando a más de 300 jóvenes en su Club Atlé!co Sundance en Houston. Para lograr el estado de clase mundial en gimnasia como Nadia lo hizo, un atleta debe convertirse en un discípulo de un maestro como Bela Karolyi. En primer lugar, ella debe sacrificar su propia comodidad y seguir un programa de entrenamiento extenuante. En segundo lugar, debe reordenar sus prioridades, dar importancia suprema a la gimnasia y subordinar todo lo demás a ella. En tercer lugar, debe hacer un compromiso firme para perseverar a pesar de las dificultades y decepciones. Estos mismos tres elementos del discipulado se requieren de los seguidores del Señor en el Evangelio de hoy: dejar todo, reordenar las prioridades y resolución.

(Albert Cylwicki en Su Palabra Resuena; citado por el P. Botelho).

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