When the three astronauts, Neil Armstrong, Buzz Aldrin and Michael Collins, landed on the moon, they were the very first human beings in history who could view our planet, Earth, from the outside. As they gazed from outer space and even tried to locate the various continents on Earth, they were wonderstruck and fascinated by their unanimous observation- that six billion humans, in spite of differing nationalities, languages, customs, religions and traditions, were just one gigantic family. To quote one astronaut: “The first day in space, we all pointed to our countries. The second day, we pointed to our continents. By the third day, we were aware of only one Earth.” -This was the magnificent vision and fantastic dream of Isaiah and the ancient prophets. They firmly believed and earnestly hoped the brotherhood of man would be as real as the Fatherhood of God. The prophets themselves were familiar with the injustices of an exploitative society and the horrors of senseless wars. But they still dreamed of a Messianic age -the day the lamb could lie down with the wolf and have nothing to fear. Their Faith and Hope in God urged them to dream of a time of universal peace, when the strong would no longer prey on the weak or the cunning exploit the innocent. The season of Advent each year rekindles our hope in this dream, also expressed by prophet Isaiah in the first reading, becoming a reality. We have to work and change ourselves to make that dream come true. (James Valladares in Your Words, O Lord, Are Spirit, And They Are Life). Leonardo da Vinci painted the fresco (wall painting), “The Last Supper,” in Santa Maria delle Grazie church in Milan in three years (1495-1498). A very interesting story is associated with this painting. At the time that Leonardo da Vinci painted “The Last Supper,” he had an enemy who was a fellow-painter. Da Vinci had had a bitter argument with this man and despised him. When Da Vinci painted the face of Judas Iscariot at the table with Jesus, he used the face of his enemy so that it would be present for ages as the man who betrayed Jesus. While painting this picture, he took delight in knowing that others would actually notice the face of his enemy on Judas. As he worked on the faces of the other disciples, he often tried to paint the face of Jesus but couldn’t make any progress. Da Vinci felt frustrated and confused. In time, he realized what was wrong. His hatred for the other painter was holding him back from finishing the face of Jesus. Only after making peace with his fellow-painter and repainting the face of Judas was he able to paint the face of Jesus and complete his masterpiece. Be reconciled with your fellow human beings, says today’s Gospel.
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Alexander Pope: “What does it profit me if Jesus is reborn in thousands of cribs all over the world and not reborn in my heart?”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
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Nota de nuestro pastor:
Cuando los tres astronautas, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, aterrizaron en la luna, fueron los primeros seres humanos en la historia que podían ver nuestro planeta Tierra desde el exterior. Mientras miraban desde el espacio exterior, e incluso tratando de ubicar los distintos continentes en la tierra, se asombraron y fascinaron por su observación unánime -que 6 billones de seres humanos, a pesar de diferentes nacionalidades, idiomas, costumbres, religiones y tradiciones, eran una familia gigante. Para citar un astronauta: “el primer día en el espacio, todos señalamos nuestros países. El segundo día, señalamos nuestros continentes. Al tercer día, estábamos conscientes de solamente una Tierra.” -Esta fue la visión magnífica y el sueño fantástico de Isaías y los profetas antiguos. Creían firmemente y esperaban que la hermandad del hombre fuera tan real como la Paternidad de Dios. Los profetas mismos estaban familiarizados con las injusticias de una sociedad explotadora y los horrores de guerras sin sentido. Pero todavía soñaban con una edad Mesiánica – el día que el cordero pudiera acostarse con el lobo y no tuviera nada que temer. Su Fe y Esperanza en Dios les instaron a soñar sobre una época de paz universal, cuando el fuerte ya no se alimenta de los débiles o el astuto se aprovecha de los inocentes. El tiempo de Adviento cada año reaviva nuestra esperanza en este sueño, también expresada por el profeta Isaías en la primera Lectura, convirtiéndose en una realidad. Tenemos que trabajar y cambiar nosotros mismos para hacer realidad ese sueño. (James Valladares en Tus Palabras, Oh Señor, Son Espíritu y Son Vida).
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Leonardo da Vinci pintó el fresco (mural), “La Última Cena”, en la Iglesia de Santa María delle Grazie en Milán en tres años (1495-1498). Una historia muy interesante está asociada con esta pintura. En el momento en que Leonardo da Vinci pintó “La Última Cena”, tenía un enemigo que era un compañero pintor. Da Vinci había tenido una amarga discusión con este hombre y lo despreciaba. Cuando Da Vinci pintó el rostro de Judas Iscariote en la mesa con Jesús, él utilizó la cara de su enemigo para que estuviera presente por años como el hombre que traicionó a Jesús. Al pintar este cuadro, él tomó placer en saber que otros realmente notarían la cara de su enemigo en Judas. Mientras trabajaba en las caras de los otros discípulos, a menudo intentó pintar el rostro de Jesús pero no pudo avanzar. Da Vinci se sentía frustrado y confundido. Con el tiempo, se dio cuenta de lo que estaba mal. Su odio hacia el otro pintor le estaba impidiendo de acabar la cara de Jesús. Sólo después de hacer las paces con su colega pintor fue capaz de pintar el rostro de Jesús y completar su obra maestra. Reconcíliate con tu prójimo, dice el Evangelio de hoy.
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Alexander Pope: “de qué me beneficio si Jesús renace en miles de cunas en todo el mundo y no renace en mi corazón?”
Fr.Joseph Antony Sebastian
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