Have you known that person? The one who leaves every person they encounter feeling a little more blessed for having met them? They’re the friend you can count on when nothing is going well. They’re the one who’s always “doing” for others. They’re never gossiping or sniping or complaining. We wonder how they do it, how they have it in them. We’re a little envious, even if we don’t let ourselves acknowledge it. That, folks, is what the view is like from the front of the line, gazing at those suckers in the way back and wondering why they’re smiling so much. We’ve all been at the front of a line and felt no shame about it. We show up early, we put in the time and the legwork, and we “earn” whatever it is we came for — sports tickets, the latest Apple product, whatever. That’s how it works here on Earth, where the fastest win the race, the fittest survive and the first shall be first, always. It’s exactly why stewardship is such a tall order. Stewardship calls us to play by the rules of another kingdom — one where the richest have the least amount in their bank accounts and the happiest don’t seem to have anything to show for it, at least materially. If you have a person in your life who always seems happy “doing” for others, it’s because by a boatload of God’s grace, they play by the rules of the other place. Watch and take notes — and don’t be afraid to join them at the back of the line.
¿Conoces a esa persona? ¿El que deja a cada persona que encuentra sintiéndose un poco más bendecida por haberla conocido? Son el amigo con el que puedes contar cuando nada va bien. Ellos son los que siempre están “haciendo” por los demás. Nunca están chismorreando, criticando o quejándose. Nos preguntamos cómo lo hacen, cómo lo llevan en ellos. Sentimos un poco de envidia, incluso si no nos permitimos reconocerlo. Así es, amigos, la vista desde el frente de la fila, mirando a esos tontos en el camino de regreso y preguntándose por qué están sonriendo tanto. Todos hemos estado al frente de una fila y no sentimos vergüenza por ello. Llegamos temprano, dedicamos el tiempo y el esfuerzo, y “ganamos” lo que sea que buscamos: boletos deportivos, el último producto de Apple, lo que sea. Así es como funciona aquí en la Tierra, donde el más rápido gana la carrera, el más apto sobrevive y el primero siempre será el primero. Es exactamente por eso que la corresponsabilidad es una tarea tan difícil. La corresponsabilidad nos llama a jugar según las reglas de otro reino, uno donde los más ricos tienen la menor cantidad en sus cuentas bancarias y los más felices no parecen tener nada que mostrar, al menos materialmente. Si tienes una persona en tu vida que siempre parece feliz “haciendo” por los demás, es porque, gracias a la gracia de Dios, se rige por las reglas del otro lugar. Mira y toma notas, y no tengas miedo de unirte a ellos al final de la fila