In the book, No Bad Dogs, British dog trainer Barbara Woodhouse says dogs understand love better than we do. She writes, “In a dog’s mind, a master or a mistress to love, honor, and obey is an absolute necessity. Love is dormant in the dog until brought into full bloom by an understanding owner. Thousands of dogs appear to love their owners, they welcome them home with enthusiastic wagging of the tail and jumping up, they follow them about their houses happily and, to the normal person seeing the dog, the affection is true and deep. But to the experienced dog trainer this outward show is not enough. The true test of love takes place when the dog has got the opportunity to go out on its own as soon as the door is left open by mistake, and it goes off and often doesn’t return home for hours. That shows that the dog loves only its home comforts and the attention it gets from its family; it doesn’t truly love the master or mistress as they fondly think. True love in dogs is apparent when a door is left open and the dog still stays happily within earshot of its owner. For the owner must be the be-all and end-all of a dog’s life.” The real meaning of our Divine call and the test of our walk of Faith is not to be seen in our work or activity, or even in our theological purity. It is found in our desire to remain with God. This is the essence of our call to Christian discipleship as shown by Andrew and the other disciples described in today’s Gospel. It means that when we have an opportunity to wander away, to disobey, to leave His presence, we choose instead to stay close to Him, to abide in Christ, and to obey Him.
Two men, who had been business partners for over twenty years, met one Sunday morning as they were leaving a restaurant. One of them asked, “Where are you going this morning?” “I’m going to play golf. What about you?” The first man responded rather apologetically, “I’m going to Church.” The other man said, “Why don’t you give up that Church stuff?” The first man asked, “What do you mean?” His partner said: “Well, we have been partners for twenty years. We have worked together, attended board meetings together, and had lunch together, and all of these twenty years you have never asked me about going to Church. You have never invited me to go with you. Obviously, it doesn’t mean that much to you.” (John A. Stroman, God’s Downward Mobility, CSS Publishing Company) Don’t get yourself in that fix. Don’t let others think your Faith doesn’t matter that much to you.
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At morning Mass, the pastor announced to the congregation that the bishop had just appointed him to another parish. After the Mass, a woman came up to him and expressed her dismay at his leaving. “Oh, I’m sure the bishop will send you someone who’s far better than I am.” The pastor tried to console her. “No,” the woman replied, “that won’t happen and that can’t happen.” “Why not?” asked the priest, unable to resist the temptation to hear a compliment in the superlative about himself. “Because,” the woman said, “I’ve seen five pastors now in this parish, and each new pastor was worse than the last.”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Office Phone: 510 783 2766
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Nota de nuestro pastor:
En el libro, No Bad Dogs, el adiestrador de perros británicos Barbara Woodhouse dice que los perros en!enden el amor mejor que nosotros. Ella escribe, “en la mente de un perro, amar, honrar y obedecer a un maestro o una maestra es una necesidad absoluta. El amor es latente en el perro hasta que florece por la comprensión un dueño. Miles de perros parecen amar a sus dueños, les acogen con entusiasmo meneando la cola y saltando, les siguen dentro de sus casas felices y, para la persona normal que ve al perro, el afecto es verdadero y profundo. Pero para el entrenador de perros experimentado esta muestra no es suficiente. La verdadera prueba de amor ocurre cuando el perro !ene la oportunidad de salir solo tan pronto como la puerta queda abierta por error y se va, y muchas veces no vuelve a casa por horas. Demuestra que el perro ama solamente sus comodidades y la atención que recibe de su familia; realmente no ama al maestro o maestra como piensan con cariño. El amor verdadero en los perros es evidente cuando se deja una puerta abierta y el perro todavía permanece felizmente adentro cerca de su dueño. El propietario debe ser el todo y la quintaesencia de la vida del perro”. El verdadero significado de nuestro llamado Divino y la prueba de nuestro caminar de fe no debe ser visto en nuestro trabajo o ac!vidad, o incluso en nuestra pureza teológica. Se encuentra en nuestro deseo de permanecer con Dios. Esta es la esencia de nuestro llamado al discipulado Cris!ano como se muestra Andrew y los otros discípulos que se describe en el Evangelio de hoy. Esto significa que cuando tenemos la oportunidad de vagar lejos, desobedecer, salir de Su presencia, elegimos en su lugar estar cerca de Él, permanecer en Cristo y obedecerle.
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Dos hombres, que habían sido socios durante más de veinte años, se reunieron un Domingo por la mañana mientras salían de un restaurante. Uno de ellos le preguntó, “¿Dónde vas esta mañana?” “Voy a jugar golf. ¿Y usted?” El primer hombre respondió disculpándose, “Voy a la Iglesia”. El otro hombre dijo: “¿Por qué no dejas esas cosas de la Iglesia?” El primer hombre preguntó, “¿Qué quieres decir?” Su compañero dijo: “Bueno, hemos sido socios durante veinte años. Hemos trabajado juntos, asis!do a reuniones juntos, almorzamos juntos, y en todos estos veinte años nunca me has preguntado sobre la Iglesia. Nunca me has invitado a ir con!go. Obviamente, no significa mucho para !.” (John A. Stroman, God’s Downward Mobility, Editorial CSS). Que no te pase a !. No dejes que otros crean que tu fe no te importa mucho.
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En la Misa de la mañana, el Pastor anunció a la congregación que el Obispo lo había designado a otra parroquia. Después de la Misa, una mujer se acercó a él y expresó su consternación por su par!da. “Oh, estoy seguro que el Obispo enviará a alguien que es mucho mejor que yo.” El Pastor trató de consolarla. “No,” respondió la mujer — no va a suceder y esto no puede suceder. “¿Por qué no?”, preguntó el Sacerdote, incapaz de resis!r la tentación de escuchar un halago en el superla!vo de sí mismo. “Porque,” la mujer dijo, “he visto a cinco Pastores hasta ahora en esta parroquia, y cada Pastor nuevo ha sido peor que el anterior”.
Fr.Joseph Antony Sebastian
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