In Greek mythology, the Sirens are creatures with the heads of beautiful women and the bodies of attractive birds. They lived on an island (Sirenum scopuli; three small rocky islands) and, with the irresistible charm of their song, they lured mariners to their destruction on the rocks surrounding their island (Homer’s Odyssey XII, 39-54, 158-200; Virgil’s Aeneid V, 42-44; Ovid’s Metamorphoses XIV, 88-89). They sang so sweetly that all who sailed near their home in the sea were fascinated and drawn to the shore only to be destroyed. When Odysseus, the hero in the Odyssey, passed that enchanted spot he had himself tied to the mast and put wax in the ears of his comrades, so that they might not hear the luring and bewitching strains. But King Tharsius chose a better way. He took the great Greek singer and lyrist Orpheus along with him. Orpheus took out his lyre and sang a song so clear and ringing that it drowned the sound of those lovely, fatal voices of sirens. The best way to break the charm of this world’s alluring voices during Lent is not trying to shut out the music by plugging our ears, but to have our hearts and lives filled with the sweeter music of prayer, penance, the word of God, self-control, and acts of charity. Then temptations will have no power over us.
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The Church was packed with the faithful eager to receive ashes on Ash Wednesday. Pat, Father Kelly’s sacristan, offered to help. “OK,” said Father, “now these are the words you say: ‘Remember, man, you are dust, and unto dust you shall return.” Pat prepared to start at the opposite end of the communion rail. (This was in the old days, as you can realize.) But Pat came hurrying over to Father: “Father, what are those words again?” Father told him, Pat went back to his station, but in a moment he was back, asking for the words, which Father repeated. When Pat came back the third time Father exploded: “You are a dummy and you’ll always be a dummy.” Pat didn’t come back but when the padre and the sacristan came close to each other at the middle the priest was dumbfounded to hear the words Pat was saying: “You are a dummy and you’ll always be a dummy”
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A comical, but illustrative, story shows us how adept we are at rationalizing our actions: A very overweight man decided that it was time to shed a few pounds. He went on a new diet and took it seriously. He even changed his usual driving route to the office in order to avoid his favorite bakery. One morning, however, he arrived at the office carrying a large, sugar-coated coffee cake. His office mates roundly chided him, but he only smiled, shrugged his shoulders and said, “What could I do? This is a very special cake. This morning, from force of habit, I accidentally drove by my favorite bakery. There in the window were trays of the most delicious goodies. I felt that it was no accident that I happened to pass by, so I prayed, ‘Lord, if you really want me to have one of these delicious coffee cakes, let me find a parking place in front of the bakery.’ Sure enough, on the ninth trip around the block, there it was!”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
Office Phone: 510 783 2766
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Nota de nuestro pastor:
En la mitología griega, las sirenas son criaturas con la cabeza de mujeres hermosas y los cuerpos de aves atractivas. Vivían en una isla (Sirenum scopuli; tres pequeñas islas rocosas) y, con el irresistible encanto de su canción, atraían a los marineros hacia su destrucción en las rocas alrededor de su isla (Odisea de Homero XII, 39-54, 158-200; Aeneid V de Virgilio, 42-44; Metamorfosis de Ovid XIV, 88-89). Cantaban tan dulcemente que todos los que navegaban cerca de su casa en el mar quedaban fascinados y eran atraídos hacia la costa sólo para ser destruidos. Cuando Odysseus, el héroe en la Odisea, pasó ese punto encantado, él se ató al mástil y puso cera en los oídos de sus compañeros para que no pudieran oír los cantos atractivos y fascinantes. Pero el Rey Tharsius escogió una mejor manera. Llevó al gran cantante griego y compositor Orfeo con él. Orfeo tomó su lira y cantó una canción tan clara que ahogó el sonido de esas voces encantadoras y fatales de las sirenas. La mejor manera de romper el encanto de voces seductoras de este mundo durante la Cuaresma no es de tratar de ahogar la música tapando nuestros oídos, sino que llenar nuestros corazones y vidas con la más dulce música de oración, penitencia, la Palabra de Dios, autocontrol y actos de caridad. Entonces las tentaciones no tendrán ningún poder sobre nosotros.
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La Iglesia estaba llena de fieles deseosos de recibir las cenizas el Miércoles de Ceniza. Pat, el Sacristán del padre Kelly, se ofreció a ayudar. “Bien,” dijo padre, “ahora estas son las palabras que dices: ‘ recuerda, hombre, polvo eres y polvo volverás a ser.” Pat se preparó para comenzar en el extremo opuesto del comulgatorio. (Esto era en los viejos tiempos, como usted puede darse cuenta). Pero Pat vino apresurándose hacia el Padre: “Padre, ¿cuáles son esas palabras otra vez?” el Padre le dijo. Pat regresó a su estación, pero en un momento él regresó pidiendo las palabras, y el Padre se las repitió. Cuando Pat volvió la tercera vez, el Padre explotó: “eres un tonto y siempre vas a ser un tonto”. Pat no volvió, pero cuando el Padre y el Sacristán se acercaron el uno al otro en el centro, el Sacerdote estaba estupefacto al escuchar las palabras de Pat que estaba diciendo: “eres un tonto y siempre vas a ser un tonto”
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Una historia cómica, pero ilustrativa, nos muestra que tan adepto somos para racionalizar nuestras acciones: un hombre de mucho sobrepeso decidió que era tiempo para quitarse unas pocas libras. Comenzó una dieta nueva y la tomó en serio. Incluso cambió su ruta habitual para conducir a la oficina y evitar su panadería favorita. Una mañana, sin embargo, él llegó a la oficina con un pastel de café grande, recubierto de azúcar. Sus compañeros de oficina le reprendieron enérgicamente, pero él sólo sonrió, encogió de hombros y dijo, “¿Qué puedo hacer? Este es un pastel muy especial. Esta mañana, por fuerza de costumbre, yo accidentalmente conduje por mi panadería favorita. Ahí en la ventana había bandejas de las golosinas más deliciosas. No me pareció coincidencia de que se me ocurriera pasar por, así que oré, ‘Señor, si realmente quieres que tenga una de estas deliciosas tortas de café, déjame encontrar una espacio de estacionamiento en frente de la panadería.’ Efectivamente, en el noveno viaje alrededor de la cuadra, allí estaba!”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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