Constantine the Great was the first Christian Roman emperor. His father Constantius I, who succeeded Diocletian as emperor in AD 305, was a pagan with a soft heart for Christians. When he ascended the throne, he discovered that many Christians held important jobs in the government and in the court. So he issued an executive order to all those Christians: “Either give up Christ or give up your jobs.” The great majority of Christians gave up their jobs rather than disowning Christ. Only a few cowards gave up their religion rather than lose their jobs. The emperor was pleased with the majority who showed the courage of their convictions and gave their jobs back to them saying: “If you will not be true to your God you will not be true to me either.” Today we join the Palm Sunday crowd in spirit to declare our loyalty to Christ and fidelity to His teachings by actively participating in the Palm Sunday liturgy. As we carry the palm leaves to our homes, we are declaring our choice to accept Jesus as the King and ruler of our lives and our families. Let us express our gratitude to Jesus for redeeming us by His suffering and death through our active participation in the Holy Week liturgy and our reconciliation with God and His Church, repenting of our sins and receiving God’s pardon and forgiveness from Jesus through his Church.
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An interesting as well as challenging old fable tells of the colt that carried Jesus on Palm Sunday. The colt thought that the reception was organized to honor him. “I am a unique donkey,” this excited animal thought. When he asked his mother if he could walk down the same street alone the next day and be honored again, his mother said, “No, you are nothing without Him who was riding you.” Five days later, the colt saw a huge crowd of people in the street. It was Good Friday, and the soldiers were taking Jesus to Calvary. The colt could not resist the temptation of another royal reception. Ignoring the warning of his mother, he ran to the street, but he had to flee for his life as soldiers chased him and people stoned him. Thus, the colt finally learned the lesson that he was only a poor donkey without Jesus riding on him. As we enter Holy Week, today’s readings challenge us to examine our lives to see whether we carry Jesus within us and bear witness to him through our living or whether we are Christians in name only.
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A little girl came home from worship. It was Palm Sunday. Her father asked what she had learned that day. She told him she learned all about the crowd waving their palm branches and singing a song to Jesus. The father was pleased that she had learned so much. He asked, “What was the song they were singing to Jesus?” The little girl paused, then said, “I think it was O Susanna.”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
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Nota de nuestro pastor:
Constantino el Grande fue el primer Emperador Romano Cristiano. Su padre Constancio I, quien procedió a Diocleciano como emperador en 305 AD, era un pagano con un corazón suave hacia los cristianos. Cuando él ascendió al trono, él descubrió que muchos cristianos llevaban a cabo trabajos importantes en el gobierno y en la corte. Por lo que emitió una orden ejecutiva a todos los cristianos: “Dejen a Cristo o renuncien a sus puestos de trabajo”. La gran mayoría de los cristianos renunciaron a sus puestos de trabajo en lugar de repudiar a Cristo. Sólo unos pocos cobardes dejaron su religión en lugar de perder sus puestos de trabajo. El emperador estaba contento con la mayoría que mostró la valentía de sus convicciones y les devolvió sus puestos de trabajo a ellos diciendo: “Si no eres fiel a tu Dios no serás fiel a mí tampoco.” Hoy nos unimos a la multitud del Domingo de Ramos en espíritu para declarar nuestra lealtad a Cristo y fidelidad a sus enseñanzas, participando activamente en la liturgia del Domingo de Ramos. Cuando llevamos las Palmas a nuestros hogares, estamos declarando nuestra elección de aceptar a Jesús como el Rey soberano de nuestras vidas y nuestras familias. Expresemos nuestra gratitud a Jesús por redimirnos a través de su sufrimiento y muerte con nuestra participación activa en la liturgia de Semana Santa y con nuestra reconciliación con Dios y Su Iglesia, arrepintiéndonos de nuestros pecados y recibiendo el perdón de Dios y la misericordia de Jesús a través de Su Iglesia.
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Una interesante y desafiante fabula vieja dice del potro que llevó a Jesús el Domingo de Ramos. El potro pensaba que la recepción fue organizada para honrarlo. “Soy un burro único”, pensó este animal excitado. Cuando él le preguntó a su madre si podía caminar solo por la misma calle al día siguiente y ser honrado una vez más, su madre dijo: “No, no eres nada sin Él quien te montaba.” Cinco días más tarde, el potro vio una gran multitud de gente en la calle. Era Viernes Santo, y los soldados llevaban a Jesús al Calvario. El potro no pudo resistir la tentación de otra recepción real. Haciendo caso omiso sobre la advertencia de su madre, corrió a la calle, pero tuvo que huir por su vida cuando los soldados lo persiguieron y personas le apedreaban. Así, el potro aprendió finalmente la lección que era sólo un pobre burro sin Jesús montado en él. Al entrar en Semana Santa, las lecturas de hoy nos desafían a examinar nuestra vida para ver si llevamos a Jesús dentro de nosotros y damos testimonio de Él a través de nuestra vida o si somos Cristianos sólo de nombre.
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Una chica pequeña llegó a casa después del servicio. Era Domingo de Ramos. Su padre le preguntó lo que había aprendido ese día. Ella le dijo que se enteró de la multitud agitando sus ramas de Palma y cantando un canto a Jesús. El padre estaba contento de que ella había aprendido mucho. Preguntó, “¿Cuál fue la canción que cantaban a Jesús?” La niña hizo una pausa, luego dijo, “Creo que fue Oh Susana“.
Fr.Joseph Antony Sebastian
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