For ages the southernmost point of Africa was known as the most dangerous place in the ocean. No one knew what lay beyond that cape, for no ship attempting to round that point had ever returned to tell the tale. Among the ancients it was known as the “Cape of Storms,” and for good reason. But then a Portuguese explorer in the sixteenth century, Vasco De Gama, successfully sailed East around that very point and found beyond the wild raging storms, a great calm sea, and beyond that, the shores of India – the land of spices, precious stones and ancient civilization. The name of that cape was changed from the Cape of Storms to the Cape of Good Hope. Until Jesus Christ rose from the dead, death had been the “cape of storms” on which all hopes of life beyond had been wrecked. No one knew what lay beyond that point until, on Easter morning, Jesus arose. The ancient visions of Isaiah became the victory of Jesus over our last great enemy. Like those sixteenth century explorers, we can see beyond human death to the hope of Heaven and eternal life with the Father. More than that, we dare to believe that we shall experience in our own human lives exactly what the Son of God experienced in His, for the Risen Christ says to us, “Because I live, you shall live also.” And this is the hope the resurrection of Jesus has given to each one of us.

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Have you heard the story of the man whose hobby was growing roses? When he worked in his rose garden, he always whistled. It seemed to everyone that he was whistling much louder than was needed for his own e njoyment. One day a neighbor asked him why it was that he always whistled so loudly. The man then took the neighbor into his home to meet his wife. The woman was not only an invalid, but was completely blind as well. The man, you see, was whistling, not for his benefit, but rather for the benefit of his wife. He wanted his blind wife to know that he was nearby, and that she was not alone. That story is a wonderful illustration of the significance of Easter Day. The affirmation, “Christ is risen!” in addition to reminding us that God is near to everyone of us gives us also the hope that just as he rose from the death we shall also rise from our own death to enter into another state of life.

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Presidential candidate Mike Huckabee was once asked if he believed in the Resurrection. “Of course, I do,” said Huckabee. “Dead people vote in every election we have in Arkansas. Resurrection is very real to us.”

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Joseph of Arimathaea was a very wealthy Pharisee, a mem-ber of the Council, and a secret follower of Jesus. It was Joseph who went to Pilate and asked for Jesus’ body after the crucifixion. And it was Joseph who supplied the tomb for Jesus’ burial. I wonder if someone pulled him aside and said, “Joseph that was such beautiful, costly, hand-hewn tomb. Why on earth did you give it to someone to be buried in?” “Why not?” Joseph may have answered. He only needed it for the weekend.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:

Por años el punto más meridional de África fue conocido como el lugar más peligroso en el océano. Nadie sabía lo que había más allá de ese cabo ya que nunca ningún barco tratando de dar la vuelta en ese punto había regresado para contarlo. Entre los antiguos era conocido como el “Cabo de las Tormentas” y con buena razón. Pero luego un explorador Portugués en el siglo XVI, Vasco De Gama, navegó con éxito alrededor de ese punto y encontró más allá de las tormentas furiosas, un gran mar en calma, y más allá de eso, las costas de la India – la tierra de especies, piedras preciosas y civilización antigua. El nombre de ese cabo fue cambiado del Cabo de las Tormentas al Cabo de Buena Esperanza. Hasta que Jesucristo resucitó de entre los muertos, la muerte había sido el “Cabo de Tormen-tas” en la que toda esperanza de vida en el más allá había sido destrozada. Nadie sabía lo que había más allá de ese punto hasta que, en la mañana de Pascua, Jesús resucitó. Las antiguas visiones de Isaías se convirtieron en la victoria de Jesús sobre nuestro último gran enemigo. Como los exploradores del siglo XVI, podemos ver más allá de la muerte humana a la esperanza del Cielo y la vida eterna con el Padre. Más que eso, nos atrevemos a creer que experimentaremos en nuestra propia vida humana exactamente lo que el Hijo de Dios, experimentó, porque el Cristo Resucitado nos dice, “Porque yo vivo, tú también viviréis.” Y esta es la esperanza que la resurrección de Jesús nos ha dado a cada uno de nosotros.

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¿Conoces la historia del hombre cuya afición era de cultivar rosas? Cuando trabajaba en su jardín de rosas, él siempre silbaba. Le parecía a todos que él silbaba mucho más fuerte de lo que se necesitaba para su propio deleite. Un día un vecino le preguntó por qué era que siempre silbaba tan fuerte. El hombre entonces llevó al vecino a su casa para que conociera a su esposa. La mujer no era sólo una inválida, sino que también estaba completamente ciega. El hombre, estaba silbando no para su beneficio, sino más bien para el beneficio de su esposa. Él quería que su esposa ciega supiera que estaba cerca, y que ella no estaba sola. Esa historia es una maravillosa ilustración de la importancia del día de Pascua. La afirmación, “Cristo ha resucitado!” además de que nos recuerda que Dios está cerca de cada uno de nosotros, nos da también la esperanza de que así como él resucitó de la muerte, nosotros también resucitaremos de nuestra propia muerte para entrar en otro estado de vida.

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Al candidato presidencial Mike Huckabee le preguntaron una vez que si creía en la Resurrección. “Por supuesto, yo creo”, dijo Huckabee. “Las personas muertas votan en cada elección que tenemos en Arkansas. La Resurrección es muy real para nosotros.”

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José de Arimatea fue un Fariseo muy rico, un miembro del Consejo y un discípulo secreto de Jesús. Fue José quien fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús después de la crucifixión. Y fue José quien proveyó la tumba para el entierro de Jesús. Me pregunto si alguien le jaló a un lado y dijo: “José esa tumba fue muy hermosa, costosa, tallada a mano. ¿Por qué usted se la dio a alguien para ser enterrado en ella?” ¿Por qué no?” José pudo haber respondido. Él sólo la necesitaba por el fin de semana.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
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