Lech Walesa worked for years as an electrician in the Gdansk shipyards. During those years he and his fellow workers founded the movement which came to be known as “Solidarity.” Walesa became its leader. This brought them into open conflict with the Communist leaders. Eventually the workers won out. The Communist regime collapsed and democracy returned to Poland. Then on December 9, 1990 something happened which a few years prior would have been unthinkable. Walesa the shipyard worker was elected first president of a free and democratic Poland. It was a great honor for Walesa. His fellow workers were delighted. They too felt honored because of their association with him. However, there was sadness too. They knew that it would change forever the way they related to him. They knew they were losing him. However, they were hoping that he would not forget them and that he would help them from his new and more influential position. -The illustration may go some way in helping us to understand what we are celebrating on this great feast of Ascension. [Flor McCarthy in New Sunday and Holy Day Liturgies; quoted by Fr. Botelho.]
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Leonardo da Vinci had started to work on a large canvas in his studio. For a while he worked at it – choosing the subject, planning the perspective, sketching the outline, applying the colors, with his own inimitable genius. Then suddenly he stopped working on it. Summoning one of his talented students, the master invited him to complete the work. The horrified student protested that he was both unworthy and unable to complete the great painting, which his master had begun. But da Vinci silenced him. “Will not what I have done inspire you to do your best?” Jesus our Master began to spread the Good News two thousand years ago, by what he said and did and, supremely, by what he suffered. He illustrated his message and he has le& us to finish the picture. Will his life not inspire us to finish the picture? This is the message of the Ascension (John Rose in John’s Sunday Homilies).
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There is the funny story of the raw army recruit standing at attention on the drill field. The drill instructor yells, “Forward, march!” And the entire ranks begin to move, all except this one raw recruit. He is still standing there at attention. So, the drill instructor strolls over to him and yells in his right ear, “Is this thing working?” “Sir, yes, sir!” the recruit yells. Then the drill instructor walks around to the other ear and yells, “Is this thing working?” “Sir, yes, sir!” The soldier says. “Then why didn’t you march when I gave the order?” “Sir, I didn’t hear you call my name.” Some of us are like that soldier standing around waiting for God to call our names. But the great commission given by Jesus on the day of his Ascension is a blanket order. It has everyone’s name on it. And you can be sure that the Man in charge says, “Go! Make disciples! Teach!” It is your mission and my mission

Lech Walesa trabajó durante años como electricista en los astilleros de Gdansk. Durante esos años, él y sus compañeros fundaron el movimiento que llegó a conocerse como “Solidaridad”. Walesa se convirtió en su líder. Esto los puso en conflicto abierto con los líderes comunistas. Finalmente, los trabajadores ganaron. El régimen comunista se derrumbó y la democracia volvió a Polonia. Luego, el 9 de diciembre de 1990 sucedió algo que unos años antes hubiera sido impensable. Walesa, el trabajador del astillero, fue elegido primer presidente de una Polonia libre y democrática. Fue un gran honor para Walesa. Sus compañeros de trabajo estaban encantados. Ellos también se sintieron honrados por su asociación con él. Sin embargo, también hubo tristeza. Sabían que cambiaría para siempre la forma en que se relacionaban con él. Sabían que lo estaban perdiendo. Sin embargo, esperaban que no los olvidara y que los ayudaría desde su nueva y más influyente posición. -La ilustración puede ayudarnos de alguna manera a comprender lo que estamos celebrando en esta gran fiesta de la Ascensión. [Flor McCarthy en las liturgias del Nuevo Domingo y de los Días Santos; citado por el P. Botelho.]
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Leonardo da Vinci había comenzado a trabajar en un gran lienzo en su estudio. Durante un tiempo trabajó en ello, eligiendo el tema, planificando la perspectiva, dibujando el contorno, aplicando los colores, con su propio genio inimitable. Luego, de repente, dejó de trabajar en ello. Convocando a uno de sus talentosos estudiantes, el maestro lo invitó a completar el trabajo. El estudiante horrorizado protestó que era indigno e incapaz de completar la gran pintura que había comenzado su maestro. Pero da Vinci lo silenció. “¿No te inspirará lo que he hecho a hacer tu mejor esfuerzo?” Jesús nuestro Maestro comenzó a difundir la Buena Nueva hace dos mil años, por lo que dijo e hizo y, sobre todo, por lo que sufrió. Él ilustró su mensaje y nos ha dejado para terminar el cuadro. ¿No nos inspirará su vida a terminar el cuadro? Este es el mensaje de la Ascensión (John Rose en John’s Sunday Homilies).
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Está la historia divertida del recluta del ejército en bruto que se coloca en posición de firmes en el campo de instrucción. El instructor de ejercicios grita: “¡Adelante, marcha!” Y todas las filas comienzan a moverse, todas excepto este recluta en bruto. Él todavía está parado allí en atención. Entonces, el instructor se acerca a él y le grita en el oído derecho: “¿Funciona esto?”. “¡Señor sí señor!” grita el recluta. Luego, el instructor se acerca al otro oído y grita: “¿Funciona esto?” “¡Señor sí señor!” Dice el soldado. “Entonces, ¿por qué no marchaste cuando di la orden?” “Señor, no le escuché decir mi nombre.” Algunos de nosotros somos como ese soldado parado esperando que Dios diga nuestros nombres. Pero la gran comisión dada por Jesús el día de su Ascensión es una orden general. Tiene el nombre de todos. Y puede estar seguro de que el hombre a cargo dice: “¡Ve! ¡Haz discípulos! ¡Enseña!” Es tu misión y mi misión.