When the bishop’s ship stopped at a remote island for a day, he decided to use the time as profitably as possible. He strolled along the seashore and came across three fishermen mending their nets. In Pidgin English they explained to him that, centuries ago, they had been Christianized by missionaries. “We, Christians!” they said, proudly pointing to themselves. The bishop was impressed. Did they know the Lord’s Prayer? They had never heard of it. The bishop was shocked. How could these men claim to be Christians when they did not know something as elementary as the Lord’s Prayer? “What do you say, then, when you pray?” the bishop asked. “We lift eyes in heaven. We pray, ‘We are three, You are three, have mercy on us.’” The bishop was appalled at the primitive, downright heretical nature of their prayer. So he spent the whole day teaching them to say the Lord’s Prayer, and he succeeded although the fishermen were poor learners. Months later the bishop’s ship happened to pass by those islands, and the bishop, as he paced the deck saying his evening prayers, recalled with pleasure the fact that on that distant island were three fishermen who were now able to pray correctly, thanks to his patient efforts. While he was lost in thought he happened to look up and noticed a spot of light in the east. The light kept approaching the ship and, as the bishop gazed in wonder, he saw three figures walking on the surface of the water towards the boat. The captain stopped the boat and all the sailors leaned over the rails to see this amazing sight. When they were within speaking distance, the bishop recognized his three friends, the fishermen. “Bishop!” they exclaimed, “we are so glad meet you! We heard your boat go past island and came in a hurry, hurry to meet you.” “What do you want?” asked the bishop filled with wonder seeing them walking on water as Jesus did. “Bishop,” they said, “we so sorry. We forgot that lovely prayer you taught us. We remember only this much: ‘Our Father in Heaven, holy be your name, your kingdom come’ . . .the rest we forgot. Please teach us whole prayer again.” The bishop felt humbled. “Go back to your homes, my good men,” he said, “and each time you pray, say your Holy Trinity prayer, ‘We are three, You are three, have mercy on us!’” (Fr. Anthony de Mello S.J., The Song of the Bird, adapted from Tolstoy’s original story of Three Monks).
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The late Cardinal Cushing told of an occasion when he was administering last rites to a man who had collapsed in a general store. Following his usual custom, he knelt by the man and asked, “Do you believe in God the Father, God the Son, and God the Holy Spirit?” The Cardinal said the man roused a little bit, opened an eye, looked at him and said, “Here I am, dying, and you ask me a riddle?”
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One parishioner said, “The Trinitarian God is a lot like our pastor. I don’t see him through the week and I don’t understand him on Sunday.”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
Office Phone: 510 783 2766
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Nota de nuestro pastor:
Cuando la embarcación del Obispo se detuvo en una isla remota por un día, decidió usar el !empo de la forma más produc!va posible. Paseaba a lo largo de la orilla del mar y encontró a tres pescadores remendando sus redes. En inglés Pidgin le explicó que hace siglos, habían sido cris!anizados por los misioneros. “Nosotros Cris!anos!”, dijeron, señalando con orgullo a sí mismos. El Obispo quedó impresionado. ¿Conocían la oración del Padre Nuestro? Nunca la habían escuchado. El Obispo se asombró. ¿Cómo podrían estos hombres pretender ser cris!anos cuando no sabían algo tan elemental como la Oración del Señor? “Qué dices, entonces, cuando oras?” le preguntó el Obispo. “Levantamos los ojos al cielo. Oramos, ‘nosotros somos tres, Eres tres, ten piedad de nosotros.’ “El Obispo se horrorizó de la naturaleza primi!va, incluso heré!ca de su oración. Así que pasó todo el día enseñándoles a decir el Padre Nuestro, y tuvo éxito aunque los pescadores eran pobres estudiantes. Meses más tarde la embarcación del Obispo pasó por aquellas islas, y el Obispo, mientras paseaba por la embarcación diciendo sus oraciones de la noche, recordó con agrado el hecho de que en esa isla distante estaban tres pescadores que ahora eran capaces de orar correctamente, gracias a su esfuerzo paciente. Mientras estaba perdido en sus pensamientos notó una mancha de luz en el este. La luz estaba acercándose a la embarcación y, cuando el Obispo miraba con asombro, vio tres figuras caminando sobre la superficie del agua hacia el barco. El capitán detuvo el barco y los marineros se inclinaron a los rieles para ver este increíble espectáculo. Cuando estaban cerca de la distancia de hablar, el Obispo reconoció a sus tres amigos, los pescadores. “Obispo!” exclamó, ¡estamos tan alegre de verte! Oímos su barco pasar más allá de la isla y llegamos con prisa para encontrarnos con usted.” “¿Qué quieres?” le preguntó el Obispo lleno de asombro al verlos caminar sobre el agua como lo hizo Jesús. “Obispo,” dijeron, “lo sen!mos nosotros olvidamos la hermosa oración que nos enseñó. Recordamos solamente esto: ‘Padre Nuestro en el Cielo, Santo sea tu nombre, venga tu Reino’.. .el resto lo olvidamos. Por favor enséñanos toda la oración otra vez.” El Obispo se sin!ó avergonzado. “Vuelvan a sus casas, mis buenos hombres,” dijo, “y cada vez que oréis, digan su oración a la San%sima Trinidad, ‘Somos tres, Eres tres, ten piedad de nosotros!'” (Padre Anthony de Mello S.J., la Canción del Pájaro, adaptado de la historia original de Tolstoy de Tres Monjes).
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El fallecido Cardenal Cushing contó de una ocasión cuando él administro los ritos de unción a un hombre que se había derrumbado en un almacén general. Siguiendo su costumbre, él se arrodilló al lado del hombre y le preguntó, “¿Crees en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo?” El Cardenal dice que el hombre despertó un poco, abrió un ojo, lo miró y dijo, “aquí estoy, muriendo, y me preguntas una adivinanza?”
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Un feligrés dijo: “el Dios Trino es parecido a nuestro Pastor. No lo veo en la semana y no le en!endo el Domingo”.
Fr.Joseph Antony Sebastian
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