Karl Barth, the great 20th century Calvinist theologian, would wake up early in the morning, read the newspaper, and stare at a painting by Grunewald called Crucifixion. Jesus is hanging from the cross, apparently dead, while Mary and others morn. John the Baptist, holding the Scriptures and leaning away from Christ, is pointing to Jesus on the Cross. Before he would teach theology or write in his famous work Church Dogmatics, Karl Barth would meditate on this painting, particularly on John the Baptist. He said that, as a Christian (whether a theologian, pastor, teacher, mother, doctor, storekeeper, etc.), our job is to be the finger (and only the finger), of John the Baptist. The only thing we should do – indeed, the only thing we can do – is simply point to Jesus on the cross. This scene painted by Grunewald is the sum of all history, from Creation in the past to eternity. And we are that finger, and within that finger rests the weight of salvation.
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Mother Teresa relates this incident from her life. Once a man came to the home for the dying in Kalighat, and just walked straight into the ward. Mother Teresa was sitting there. A while later the man came to Mother and said to her, “ I came here with so much hate in my heart; hate for God and hate for man. I came here empty and embittered, and I saw a Sister giving her wholehearted attention to that patient there and realized that God still lives. Now I go out a different man. I believe there is a God and he loves us still. ” That sister paved the way for God in that embittered man ’ s life. John the Baptist, as foretold by the prophet Isaiah was the voice that was making the way straight for the Lord. He facilitated the coming of Jesus. He paved the way for Christ ’ s coming by his austere life, preaching and death.
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Some employees bought their boss a gift for his birthday. Before opening the gift, the boss shook it slightly, and noticed that it was wet in the corner. Touching his finger to the wet spot and tasting it, he asked, “A bottle of wine?” His employees replied, “No.” Again, he touched his finger to the box and tasted the liquid. “A bottle of scotch?” “His employees replied again, “No.” Finally the boss asked, “I give up. What is it?” His workers responded, “A puppy.”
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A little boy was kneeling beside his bed with his mother and grandmother and softly saying his prayers, “Dear God, please bless Mummy and Daddy and all the family and please give me a good night’s sleep.” Suddenly he looked up and shouted, “And don’t forget to give me a bicycle for my birthday!!” “There is no need to shout like that,” said his mother. “God isn’t deaf.” “No,” said the little boy, “but Grandma is.”
Fr. Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:
Karl Barth, el gran Teólogo Calvinista del siglo 20, despertaba temprano por la mañana, leía el periódico y mantenía la mirada fija en una pintura de Grunewald llamada Crucifixión. Jesús está colgado en la Cruz, aparentemente muerto, mientras que María y otros lloran. Juan el Bau”sta, sosteniendo las Escrituras e inclinándose lejos de Cristo, está apuntando a Jesús en la Cruz. Antes él enseñaba teología o escribia en su famoso trabajo Iglesia Dogmá”ca, Karl Barth meditaba sobre esta pintura, par”cularmente en Juan el Bau”sta. Dijo que, como Cris”ano (ya sea un Teólogo, Pastor, Maestro, Madre, Médico, Comerciante, etc.), nuestro trabajo es ser el dedo (y sólo el dedo), de Juan el Bau”sta. Lo único que debemos hacer – de hecho, lo único que podemos hacer, es simplemente señalar a Jesús en la Cruz. Esta escena pintada por Grunewald es la suma de toda la historia, desde su Creación en el pasado a la eternidad. Y es que el dedo, y dentro de ese dedo, descansa el peso de la salvación.
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Madre Teresa se refiere a este incidente de su vida. Una vez un hombre vino a la casa de los moribundos en Kalighat y caminó directamente hacia la sala. Madre Teresa estaba sentada allí. Un rato más tarde el hombre llegó a la madre y le dijo, “Vine aquí con tanto odio en mi corazón; odio a Dios y odio hacia el hombre. Vine aquí vacío y amargado, y vi a una Hermana dando su sincera atención a ese paciente y me di cuenta de que Dios todavía vive. Ahora yo salgo un hombre diferente. Creo que hay un Dios y Él todavía nos ama”. Esa Hermana allanó el camino para Dios en la vida amarga del hombre. Juan el Bau”sta, como el anuncio del profeta Isaías, fue la voz que estaba allanando el camino hacia el Señor. Él facilitó la venida de Jesús. Él preparó el camino para la venida de Cristo por su austera vida, predicación, y muerte.
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Algunos empleados le compraron a su jefe un regalo para su cumpleaños. Antes de abrir el regalo, el jefe lo sacudió ligeramente y notó que estaba húmedo en la esquina. Poniendo el dedo en el punto húmedo y probándolo, preguntó, “ Una botella de vino?” Sus empleados respondieron: “No”. Una vez más, puso su dedo en la caja y probando el líquido. “Una botella de whisky?” “Sus empleados respondieron otra vez, “No “. Finalmente, el jefe preguntó, “Me doy por vencido. ¿Qué es?” Sus trabajadores respondieron: “Un cachorro”.
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Un niño estaba arrodillado al lado de su cama con su madre y abuela y suavemente diciendo sus oraciones, “Diosito, por favor bendice a mamá y papá y a toda la familia, y por favor, dame una buena noche de sueño “. Repen”namente él miró hacia arriba y gritó, “ y no te olvides de darme una bicicleta para mi cumpleaños!!!!” “No hay ninguna necesidad de gritar,” dijo su madre. “Dios no es sordo”. “No,” dijo el niño, “pero la abuela sí”.
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