Among the many wonders at the world-famous San Diego Zoo is the giraffe compound. Enclosed in a natural habitat are several of these magnificent animals. They are every bit as tall and graceful as one might imagine. But they are far more massive and muscular than expected. Tall somehow seems to imply thin. However, these great beasts are anything but skinny. Their necks are thicker and their legs shorter and more powerful than one anticipates. It is not difficult to see why one kick could send an ambitious lion packing. Yet these massive, stately animals are enclosed in a small compound that seems far too restricting for their size and power. But no cage contains them. There are no bars or walls. There is but a simple, waterless moat, no deeper than the beast’s knee, that circles the compound. Freedom is but a mere two steps away. But they are trapped. All of them are. For not one of them will take the risk of stepping down and across for fear of breaking its neck. [Don Martin, Team Think (New York: Penguin Books Ltd: 1993), p. 76.] I wonder how many of us are limited like that by our fears. Fear of rejection… fear of failure…fear of looking foolish…fear of being hurt…fear of being alone… fear of intimacy…fear of being taken advantage of …fear of change…fear of being criticized. “Do not fear!” “Do not be afraid!” It is the urgent advice of Jesus to his disciples in today’s Gospel.

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An elderly woman named Maude had a window seat on a big 747 jetliner that had just taken off for Rome from New York. She had been saving for years to fulfill her dream to visit the Eternal City. But it was her first flight, and she was terrified. Even the stately presence of four bishops seated behind her didn’t help. With fear and trembling she finally opened her eyes and peered out the window, just in time to see one of the plane’s four engines break loose from the wing and disappear into the clouds. “We’re going to die!” she cried out. “We’re going to die!” The stewardess consulted with the pilot who announced to the passengers that everything was under control that they could fly back to New York and land safely with three engines. But Maude continued to cry out, “We’re going to die!” The stewardess went to her and said, “Don’t worry, my dear, God is with us. We have only three engines, but look, we have four bishops to pray for us.” To which Maude replied, “I’d rather have four engines and three bishops!” In today’s Gospel Jesus gives us three reasons why we should not be afraid and why we should have the courage of our Christian convictions.

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A man has been visiting a therapist because he has had a fear of monsters living under his cot. The man has been seeing this doctor for months. Every time he would come in, the doctor would ask, “Have you made any progress?” Every time the man would say “No”. The man decided to go and see another doctor. When he went back to his first doctor, the doctor asked, “Have you made any progress?” he said “Yes, I am feeling all better now!” The doctor asked, “What happened?” The man said, “I went to another doctor and he cured me in one session!” The doctor asked, “What did he tell you?” The man said “He just told me to cut off all four legs of my cot and leave no space for the monster”.

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:

Entre las muchas maravillas del mundialmente famoso zoológico de San Diego está el compuesto de la jirafa. Dentro de un hábitat natural están varios de estos magníficos animales. Cada uno son de poca altura y elegantes como uno podría imaginar. Pero son mucho más masivas y musculosas de lo esperado. Altura de alguna manera parece implicar delgado. Sin embargo, estas grandes bestias no son nada flacas. Sus cuellos son más gruesos y sus patas más cortas y más poderosas de lo que uno anticipa. No es difícil ver por qué una patada podría enviar a un león ambicioso fuera de la jaula. Sin embargo estos animales enormes, majestuosos están encerrados en un recinto pequeño que parece demasiado restrictivo para su tamaño y poder. Pero la jaula no la contiene. No hay barras ni paredes. Hay un foso sin agua, simple, no más allá de la rodilla de la bestia, que rodea el recinto. La libertad está solo a dos pasos. Pero se encuentran atrapadas. Todas ellas están. Ninguna de ellas tomará el riesgo de caminar hacia abajo y todo por miedo a romperse su cuello. [Equipo Pensador de Don Martin, (Nueva York: Penguin Books Ltd: 1993), p. 76.] Me pregunto cuántos de nosotros estamos limitados por nuestros miedos. Miedo al rechazo… miedo al fracaso…miedo de parecer tontos…miedo de ser lastimado…miedo de estar solo…miedo de intimidad…miedo de ser aprovechado…miedo al cambio…miedo de ser criticados. “¡No temáis!” “¡No tengáis miedo!” Es el consejo urgente de Jesús a sus discípulos en el Evangelio de hoy.

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Una anciana llamada Maude tenía un asiento de ventana en un gran avión 747 que había salido hacia Roma desde Nueva York. Ella había estado ahorrando durante años para cumplir su sueño de visitar la Ciudad Eterna. Pero era su primer vuelo, y estaba aterrorizada. Incluso la presencia señorial de cuatro Obispos sentados detrás de ella no ayudaba. Con temor y temblor finalmente abrió sus ojos y miró por la ventana, justo a tiempo para ver a uno de los cuatro motores del avión soltarse del ala y desaparecer en las nubes. “Vamos a morir!” gritó. “Vamos a morir!” La azafata consultó con el piloto quien anunció a los pasajeros que todo estaba bajo control, que podrían volar de regreso a Nueva York y aterrizar con seguridad con tres motores. Pero Maude continuó clamando, “Vamos a morir!” La azafata fue a ella y dijo, “no te preocupes, querida, Dios está con nosotros. Tenemos sólo tres motores, pero mire, tenemos cuatro Obispos que rezan por nosotros.” A lo que Maude respondió, “Prefiero tener cuatro motores y tres Obispos!” En el Evangelio de hoy, Jesús nos da tres razones por qué no deberíamos tener miedo y por qué debemos tener la valentía de nuestras convicciones Cristianas.

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Un hombre había estado visitando a un terapeuta porque tenía miedo de los monstruos que vivían debajo de su cama. El hombre había estado viendo a este médico durante meses. Cada vez que él iba, el médico le preguntaba, “¿has hecho algún progreso?” Cada vez el hombre decía “No”. El hombre decidió ir a ver a otro doctor. Cuando regresó a su primer médico, el médico le preguntó, “¿has hecho algún progreso?”, dijo “Sí, me estoy sintiendo mejor ahora!” El médico le preguntó, “¿Qué pasó?” El hombre dijo: ¡fui a otro doctor y él me curó en una sola sesión! El médico le preguntó, “¿qué te dijo?” El hombre dijo “Solo me dijo que cortara las cuatro patas de mi cama y no dejara espacio para el monstruo”.

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