There is a mysterious story in 2 Kings that can help us understand what is happening in the Transfiguration. Israel is at war with Aram, and Elisha, the man of God, is using his prophetic powers to reveal the strategic plans of the Aramean army to the Israelites. At first the King of Aram thinks that one of his officers is playing the spy, but when he learns the truth he dispatches troops to go and capture Elisha who is residing in Dothan. The Aramean troops move in under cover of darkness and surround the city. In the morning Elisha’s servant is the first to discover that they are surrounded and fears for his master’s safety. He runs to Elisha and says, “Oh, my lord, what shall we do?” The prophet answers “Don’t be afraid. Those who are with us are more than those who are with them.” But who would believe that when the surrounding mountainside is covered with advancing enemy troops? So Elisha prays, “O Lord, open his eyes so he may see.” Then the Lord opens the servant’s eyes, and he looks and sees the hills full of horses and chariots of fire all around Elisha (2 Kings 6:8-23). This vision was all that Elisha’s disciple needed to reassure him. At the end of the story, not only was the prophet of God safe, but the invading army was totally humiliated. (Fr. Munacci)
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You might remember comedian Yakov Smirnoff. When he first came to the United States from Russia he was not prepared for the incredible variety of instant products available in American grocery stores. He says, “On my first shopping trip, I saw powdered milk; you just add water, and you get milk. Then I saw powdered orange juice; you just add water, and you get orange juice. And then I saw baby powder, and I told myself, ‘What a country!’” Smirnoff was joking, but we make these assumptions about Christian Transformation—that people change instantly from sinners to saints. Catholics call it transformation through repentance and renewal of life, deriving strength through the word of God and the Sacraments to cooperate with God’s grace for doing acts of charity. Some other Christian denominations call it Sanctification of the believer. Whatever you call it, most denominations expect some quick fix for sin. According to this belief, when someone gives his or her life to Christ, accepting Him as Lord and personal Savior, and confesses his or her sins to Him, there an immediate, substantive, in-depth, miraculous change in habits, attitudes, and character. Can we go to Church as if we are going to the grocery store to get Powdered Christian? The truth is that Disciples of Christ are not born by adding water to Christian powder. There is no such powder, and disciples of Jesus Christ are not instantly born. They are slowly raised through many trials, suffering, and temptations and by their active cooperation with the grace of God, expressed through works of charity. [Adapted from James Emery White, Rethinking the Church: A Challenge to Creative Redesign in an Age of Transition (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 1997, 2003).]
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“A certain missionary on a study trip to the Holy Land was visiting Jaffa (Joppa) where Peter was residing when he baptized Cornelius (Acts 10). The breath-taking beauty of this small seaside town was such that it inspired the missionary to come up with this joke: At the Transfiguration Peter offered to build three tents, one for Jesus, one for Moses and one for Elijah. Jesus said, “And what about you, Peter?” And Peter replies, “Don’t worry about me Lord, I got a better place in Jaffa.”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:
Hay una misteriosa historia en 2 Reyes que nos puede ayudar a entender lo que está sucediendo en la Transfiguración. Israel está en guerra contra Aram, y Eliseo, el hombre de Dios, utiliza sus poderes proféticos para revelar los planes estratégicos del ejército Arameo a los Israelitas. Al principio el Rey de Aram piensa que uno de sus oficiales es un espía, pero cuando él se entera de la verdad envía tropas para ir a capturar a Eliseo quien está viviendo en Dotán. Las tropas de Aram se mueven bajo el amparo de la oscuridad y rodean la ciudad. En la mañana el siervo de Eliseo es el primero en descubrir que están rodeados y teme por la seguridad de su amo. Corre a Eliseo y dice, “Oh, mi Señor, ¿qué haremos?” El Profeta responde “no tengan miedo. Aquellos que están con nosotros son más que aquellos que están con ellos”. Pero, ¿quién creería cuando la ladera de la montaña circundante está cubierta con tropas enemigas avanzando? Así que Eliseo ora, “Señor, abre los ojos para que él pueda ver.” Entonces el Señor abre ojos del criado y él mira y ve las colinas llenas de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo (2 Reyes 6:8-23). Esta visión fue lo que el discípulo de Eliseo necesitaba para tranquilizarlo. Al final de la historia, no solamente el Profeta de Dios estuvo seguro, sino que el ejército invasor fue totalmente humillado. (P. Munacci)
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Talvez recuerdas al comediante Yakov Smirnoff. Cuando llegó a los Estados Unidos de Rusia por primera vez, no estaba preparado para la increíble variedad de productos instantáneos disponibles en tiendas americanas. Él dice, “en mi primer viaje de compras, vi leche en polvo; apenas agregas agua, y obtienes leche. Luego vi jugo de naranja en polvo; apenas agregas agua, y obtienes jugo de naranja. Y entonces vi polvo de bebé, y dije, ‘¡qué país!’ “Smirnoff estaba bromeando, pero hacemos estas suposiciones sobre la transformación cristiana — que la gente cambia instantáneamente de pecadores a santos. Los católicos lo llaman transformación a través del arrepentimiento y la renovación de la vida, derivando la fuerza a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos, cooperando con la gracia de Dios para realizar actos de caridad. Algunas otras denominaciones cristianas lo llaman la Santificación del creyente. Como quieran llamarla, la mayoría de las denominaciones espera alguna solución rápida para el pecado. Según esta creencia, cuando alguien da su vida a Cristo, como Señor y Salvador personal, aceptando y confiesa sus pecados a él, hay cambios inmediatos, substanciosos, profundos, y milagrosos en hábitos, actitudes y carácter. ¿Podemos ir a la Iglesia como si vamos a la tienda de comestibles a comprar Cristiano en polvo? La verdad es que Discípulos de Cristo no nacen mediante la adición de agua al polvo Cristiano. No hay tal polvo, y discípulos de Jesucristo no nacen al instante. Ellos se levantan lentamente a través de muchas pruebas, sufrimientos y tentaciones y por su cooperación activa con la gracia de Dios, expresado a través de obras de caridad. [Adaptado de James Emery White, Repensando la Iglesia: Un Desafío para Rediseño Creativo en una Época de Transición (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 1997, 2003).]
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“Un cierto Misionero en un viaje de estudios a Tierra Santa estaba de visita en Jaffa donde Pedro residía cuando bautizó a Cornelio (Hechos 10). La impresionante belleza de esta pequeña localidad costera fue tal que inspiró al misionero con este chiste: en la Transfiguración Pedro ofreció construir tres tiendas, una para Jesús, una para Moisés y otra para Elías. Jesús dijo: “y ¿para ti, Pedro?” Y Pedro responde, “no se preocupe mi Señor, yo tengo un mejor lugar en Jaffa”.
Fr.Joseph Antony Sebastian
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