Before the great spiritual leader Mahatma Gandhi led India in its struggle for independence, he practiced law in South Africa. He became keenly aware of the injustice there and he managed to persuade the Indian community to offer passive resistance to the government’s policy of discrimination. One incident which impressed itself on his mind was when he was obliged to step into the gutter so that a group of white passers-by would not be contaminated. Reflecting on the experience afterwards he wrote: “It has always been a mystery to me how men feel themselves honored by the humiliation of their fellow beings.” Gandhi made the remark not in anger but in surprise. When he returned to his native India he abandoned the practice of the law to practice Satyagraha – the non-violent force is born of truth and love. Gandhi saw truth as having a power of its own and, although he was imprisoned four times for resisting British colonial rule, he never doubted the rightness of his cause. – In the language of the first reading, Gandhi believed in a God who was no respecter of the privileged to the detriment of the poor. His persistence in his cause for justice is a powerful illustration of the truth we heard proclaimed: “The humble man’s prayer pierces the clouds, until it arrives he is inconsolable, nor will he desist until the Most High takes notice of him.” (Denis McBride in Seasons of the Word; quoted by Fr. Botelho).
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William Barclay tells the story of the woman tourist in Germany. The guide took a group through Beethoven’s house. He showed them the piano on which the genius had composed his Moonlight Sonata. A woman in the group immediately sat down and played some bars from the sonata. The guide told the group that Paderewski (world renowned Polish pianist and composer) had recently been shown the piano. The woman gushed, “And I wager he sat down and played just as I did.” Archly the guide said, “No, Madam. He said he was not worthy to touch those keys.”
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“I never come to this Church for Sunday Mass,” boasted a wandering parishioner to his pastor. “Perhaps you have noticed that Father?” “Yes, I have noticed that,” said the pastor. “Well, the reason I don’t come is that there are so many hypocrites here.” “Oh, don’t let that keep you away,” replied the pastor with a smile. “There’s always room for one more.”
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Muhammad Ali had just won another boxing title. On the airplane the stewardess politely said to him, “You need to fasten your seat belt.” Ali replied, “Superman doesn’t need a seat belt.” To which the stewardess politely responded, “And Superman doesn’t need an airplane either; please fasten your seat belt.”
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
Office Phone: 510 783 2766
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Nota de nuestro pastor:
Antes de que el gran líder espiritual Mahatma Gandhi condujera a la India en su lucha por la independencia, él ejerció la abogacía en Sudáfrica. Llegó a ser consciente de la injusticia ahí y se las arregló para convencer a la comunidad de India para ofrecer resistencia pasiva a la política de discriminación. Un incidente impreso en su mente fue cuando él se vio obligado a entrar en un canal de aguas sucias para que un grupo de transeúntes blancos no se contaminaran. Reflexionando sobre la experiencia luego escribió: “siempre ha sido un misterio para mí cómo los hombres se sienten honrados por la humillación de sus semejantes.” Gandhi hizo la observación no en ira, sino en sorpresa. Cuando regresó a su India natal abandonó la práctica de la ley por la práctica de Satyagraha – la fuerza no violenta nace de la verdad y el amor. Gandhi consideraba que la verdad tiene un poder propio y, aunque fue encarcelado cuatro veces por resistir la ley colonial Británica, él nunca dudó de la rectitud de su causa. En el lenguaje de la primera lectura, Gandhi cree en un Dios que no hace distinción de los privilegiados en detrimento de los pobres. Su persistencia en su causa por la justicia es una poderosa ilustración de la verdad que escuchamos proclamada: “La oración del hombre humilde atraviesa las nubes, hasta que llega es inconsolable, ni desiste hasta que el Más Alto toma nota de él.” (Denis McBride en las Estaciones de la Palabra; citado por el P. Botelho).
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William Barclay narra la historia de una mujer turista en Alemania. El guía llevó a un grupo a la casa de Beethoven. Él les mostró el piano en el cual el genio compuso su Sonata Claro de Luna. Una mujer en el grupo inmediatamente se sentó y tocó algunas notas de la sonata. El guía le dijo al grupo que recientemente se le había mostrado el piano a Paderewski (pianista y compositor Polaco conocido mundialmente). La mujer dijo, “y apuesto que se sentó y tocó como lo hice”. El guía dijo, “No, señora. Él dijo que no era digno de tocar esas teclas”.
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“No vengo a esta Iglesia a la Misa Dominical,” se jactó un feligrés errante a su Pastor. “Tal vez usted ha notado eso Padre?” “Sí, me he dado cuenta de eso,” dijo el Pastor. “Bueno, la razón que no vengo es porque hay tantos hipócritas aquí.” “Oh, no dejes que eso te mantenga alejado,” respondió el Pastor con una sonrisa. “Siempre hay espacio para uno más”.
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Muhammad Ali acababa de ganar otro título de boxeo. En el avión la azafata le dijo cortésmente, “necesita sujetar su cinturón de seguridad.” Ali contestó: “Superman no necesita el cinturón de seguridad”. Por lo que la azafata respondió cortésmente, y Superman tampoco necesita un avión; por favor abroche su cinturón de seguridad”.
Fr.Joseph Antony Sebastian
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