In April, 1988 the evening news reported the sad story of a photographer who was also a skydiver. He had jumped from a plane along with several other skydivers and filmed the group as they individually dove out of the plane and opened their parachutes. As the video was being shown of each member of the crew jumping out and then pulling their rip chord so that their parachute opened to the wind, the final skydiver opened his chute and then the picture went out of control. The announcer reported that the cameraman had fallen to his death, having jumped out of the plane without a parachute. It wasn’t until he reached for the ripcord that he realized he was in free fall, taking pictures without a parachute. Tragically he was unprepared for the jump. It did not matter how many times he had done it before or what skill he had. By forgetting the parachute, he made a foolish and deadly mistake. Nothing could save him, because his Faith was in a parachute which he had never taken the trouble to buckle on. It is a story not unlike the parable which Jesus tells about the foolish bridesmaids forgetting to bring something very important and necessary.

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A young man applied for a job as a farm hand. When asked for his qualifications, he said, “I can sleep when the wind blows.” This puzzled the farmer, but he liked the young man and hired him. A few days later, the farmer and his wife were awakened in the night by a violent storm. They quickly began to check things out to see if all were secure. They found that the shutters of the farmhouse had been securely fastened. A good supply of logs had been set next to the fireplace. The farm implements had been placed in the storage shed, safe from the elements. The tractor had been moved into the garage. The barn had been properly locked. Everything was fine. Even the animals were calm. It was then that the farmer grasped the meaning of the young man’s words, “I can sleep when the wind blows.” Because the farm hand had performed his work loyally and faithfully when the skies were clear, he was prepared for the storm when it broke. Consequently, when the wind blew, he had no fear. He was able to sleep in peace. In the parable that is our Gospel lesson this morning, Jesus is talking about exactly the same thing, being able to sleep when the winds blows, in other words, being prepared.

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A tour group was riding in an elevator to the top of the Empire State Building. At about the 102nd floor, a woman asked the tour guide, “If the cables on this elevator break, do we go up or down?” The tour guide answered, “Well, that depends on how you are living.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:

En Abril de 1988 las noticias de la noche informaron sobre la triste historia de un fotógrafo que también era un paracaidista. Había saltado desde un avión, junto con varios otros paracaidistas, filmando al grupo individualmente fuera del avión mientras saltaban abriendo sus paracaídas. Mientras el vídeo mostraba a cada miembro de la tripulación saltando, y luego jalando el cable para que su paracaídas se abriera al viento, el paracaidista final abrió su rampa y entonces el video salió del cuadro de control. El anunciador informó que el fotógrafo había caído a su muerte, porque saltó del avión sin paracaídas. No fue hasta que jaló el cordón de apertura que se dio cuenta de que estaba en caída libre, tomando fotografías sin un paracaídas. Trágicamente no estaba preparado para el salto. No importa cuántas veces lo había hecho antes o qué habilidad tenía. Por olvidar el paracaídas, él cometió un error tonto y mortal. Nada pudo salvarlo, porque su fe estaba en un paracaídas por el cual nunca había tomado la molestia de abrocharse. Es una historia no muy diferente de la parábola que Jesús dice sobre las damas de honor insensatas quienes olvidaron algo muy importante y necesario.

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Un joven solicitó trabajo como asistente de granja. Cuando se le preguntó por sus calificaciones, él dijo: “puedo dormir cuando el viento sopla.” Esto confundió al granjero, pero le gustó el joven y lo contrató. Unos días más tarde, el granjero y su esposa fueron despertados en la noche por una violenta tormenta. Rápidamente comenzaron a chequear las cosas de afuera para ver si todo estaba seguro. Encontraron que las persianas de la casa habían sido afianzadas. Una buena fuente de leña estaba junto a la chimenea. Los instrumentos de la granja habían sido colocados en la nave de almacenamiento, salvos de los elementos. El tractor había sido movido al garaje. El granero había sido bloqueado correctamente. Todo iba muy bien. Incluso los animales estaban tranquilos. Fue entonces que el agricultor comprendió el significado de las palabras del joven, “Puedo dormir cuando el viento sopla”. Porque el asistente de la granja había realizado su trabajo leal y fielmente cuando los cielos estaban claros, estaba preparado para la tormenta. En consecuencia, cuando el viento sopló, él no tenía miedo. Pudo dormir en paz. En la parábola que es nuestra lección del Evangelio esta mañana, Jesús habla de lo mismo, poder dormir cuando los vientos soplen, en otras palabras, estar preparado.

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Un grupo iba en un ascensor a la cima del Edificio del Empire State. En el piso 102, una mujer le preguntó al guía, “Si los cables del ascensor se rompen, vamos arriba o abajo?” El guía respondió: “Bueno, eso depende de cómo usted vive.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
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