During the Korean War, Communist forces invaded the city of Hungnam and began mass execu!ons of Koreans who were suspected of sympathizing with the American cause. The American Navy responded to this atrocity by sending 200 ships to evacuate the refugees from Hungnan. On December 22, 1950, Captain Leonard LaRue and his crew steered their ship, Meredith Victory, into the Hungman harbor. The Meredith Victory was only supposed to be delivering jet fuel, but they were immediately called into service as a refugee ship. Over 14,000 desperate Korean refugees crowded onto the ship. Captain LaRue said a silent prayer as his men pulled up the anchor and headed for South Korea. Over the next few days, the crew and passengers endured freezing temperatures. There was only enough food and water to keep them all from starving, but not enough to sa!sfy their hunger. They were in constant danger from enemy fire. But as they sailed for a safe port, Captain LaRue took comfort in the thought that Mary and Joseph and Jesus had also known hunger and cold and danger. In the midst of hardship, Captain LaRue also reported a change in his men’s a%tudes. They gave away their own food and clothing to the refugees. Seven babies were born on the ship, each one delivered by teams of unskilled sailors. On Christmas Day, 1950, the Meredith Victory landed in safe harbor. Not a single life had been lost on the voyage. Captain Leonard LaRue received high military awards from the South Korean and the U.S. government for his part in the refugee rescue. Four years later, Captain LaRue le& the military to join a Benedic!ne monastery, where he spent the rest of his life. In his journals, he once wrote, “The clear, unmistakable message that came to me, on that Christmas!de in the bleak and bi(er waters off the shore of Korea, God’s hand was at the helm of my ship.” God speaks to us not only through Scriptures and prophets but also through ordinary people we meet as well as through events we encounter in our day to day life. But to see the hand of God, we need to look at the people we meet and the events we encounter with eyes of faith. Captain LaRue looked at the whole incident with his eyes of faith and that changed the course of his life. Do we bother to look at various incidents that take place in our life with eyes of faith? Or do we just push them aside as a ma(er of luck and coincidences.

On Thanksgiving Day a li(le boy saw his mother pu%ng a thermometer in the turkey. He said, “If it is that sick, I don’t want any!”

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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Nota de nuestro pastor:

Durante la guerra de Corea, las fuerzas comunistas invadieron la ciudad de Hungnam y empezaron las ejecuciones en masa de los coreanos que eran sospechosos de simpa!zar con la causa americana. La marina americana respondió a esta atrocidad enviando 200 barcos para evacuar a los refugiados de Hungnan. El 22 de Diciembre de 1950, el Capitán Leonard LaRue y su tripulación dirigieron su nave, Meredith Victory, hacia el puerto de Hungnam. La Meredith Victory sólo debía entregar combus!ble de jet, pero inmediatamente fueron llamados en servicio como una nave de refugiados. Más 14,000 refugiados coreanos desesperados llenaron el barco. El Capitán LaRue dijo una oración en silencio mientras sus hombres levantaban el ancla y se dirigían a Corea del Sur. En los próximos días, la tripulación y los pasajeros soportaron temperaturas bajo cero. Hubo sólo suficiente comida y agua para mantenerlos a todos sin morirse de hambre, pero no lo suficiente para sa!sfacer su hambre. Estaban en peligro constante del fuego enemigo. Pero mientras se embarcaban hacia un puerto seguro, el Capitán LaRue se conforto con el pensamiento que María, José y Jesús también habían conocido el hambre, el frío y el peligro. En medio de las dificultades, el Capitán LaRue también informó del cambio de ac!tud de sus hombres. Regalaban su propia comida y ropa a los refugiados. Siete bebés nacieron en la nave, cada uno nacido a manos de equipos de marineros inexpertos. El día de Navidad de 1950, la Meredith Victory llegó al puerto seguro. Ni una sola vida se perdió en el viaje. El Capitán Leonard LaRue recibió altos premios militares de la Corea del Sur y del gobierno de Estados Unidos por su parte en el rescate de refugiados. Cuatro años más tarde, el Capitán LaRue dejó el ejército para unirse a un monasterio Benedic!no donde pasó el resto de su vida. En sus diarios escribió una vez, “el mensaje claro e inequívoco que vino a mí en esa ola navideña en las aguas sombrías y amargas de la costa de Corea, es que la mano de Dios estaba en el !món de mi nave.” Dios nos habla no sólo a través de las Escrituras y los profetas, sino también a través de personas comunes y corrientes que nos encontramos, así como a través de eventos que encontramos en nuestra vida co!diana. Pero para ver la mano de Dios, tenemos que mirar a las personas que conocemos y los eventos que encontramos con los ojos de la fe. El Capitán LaRue miró el incidente entero con los ojos de la fe lo cual cambió el curso de su vida. ¿Nos molestamos a mirar los varios incidentes que se dan en nuestra vida con ojos de fe? O sólo los dejamos a un lado como una cues!ón de suerte y coincidencia.

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El Día de Acción de Gracia un niño vio a su madre poner un termómetro en el pavo. Él dijo: “si esta tan enfermo, yo no quiero nada!”

Fr.Joseph Antony Sebastian
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