n the 1980’s Mary Brenner was a divorced mother of seven children who owned a carbon paper manufacturing company in Beverly Hills. She was a friend of all the movie stars, went to their parties, and hobnobbed with celebrities. What turned her around, and made her see life differently? She came across a very touching photograph of the Holocaust. Among the people in the photograph there was a young boy facing a Nazi soldier who was pointing a rifle at him. The child’s eyes showed deep fear and bewilderment. Mary Benner looked at that photograph and suddenly realized that life could never be the same for her. She felt an enormous compassion for all those who were victims of brutality, for those who were the most marginalized. She went to the Bishop of San Diego and said, “I’d like to belong to some kind of a religious order and dedicate myself to those people nobody else seems to care for.” She wound up being called Sister Antonio, and working with the women in the Tijuana Prison, a women’s prison in Mexico. These inmates of the prison were among the most abject, forlorn, and neglected segment of humanity. Sister Antonio became their friend, companion, sister, and mother all in one. That holocaust picture was Mary Brenner’s burning bush.  There are millions of “burning bushes” all over the world. But only we see them with eyes of faith and hear them with ears of faith we notice the presence of God or listen to the call of God. Otherwise we will end up only taking a photo of them to keep for memory or to speak to others about them. But if we have the courage to reflect what God is communicating to us through those “burning bushes” and are willing say “yes” to the do something about them, we can become modern day Moses. Moses became a great liberator because he had the courage to go near the burning bush. Do we have the courage to go near the modern day “burning bushes” and hear the call of God?

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In a large city, a priest parked his car in a no-parking zone because he couldn’t find a metered space. He put a note under the windshield wiper that read: “I have circled the block 100 times. If I don’t park here, I’ll miss my appointment. Forgive us our trespasses.” When he returned, he found a citation from a police officer along with this note: “I’ve circled this block for 10 years. If I don’t give you a ticket, I’ll lose my job. Lead us not into temptation.”  Nicky Gumbel tells us of a man who sent a check to the government for back taxes with a note attached that said: “I felt so guilty for cheating on my taxes I had to send you this check. If I don’t feel any better, I’ll send you the rest.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian Blvd Hayward, CA, USA 94541
Office Phone: 510 783 2766

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Nota de nuestro pastor:  

En la década de 1980, Mary Brenner era una madre divorciada con siete hijos y dueña de una empresa de fabricación de papel carbón en Beverly Hills. Era una amiga de todas las estrellas de cine, iba a sus fiestas y se codeaba con celebridades. ¿Qué le hizo dar vuelta a su alrededor y ver la vida diferente? Se encontró con una fotografía muy conmovedora del Holocausto. Entre las personas de la fotografía había un joven frente a un soldado Nazi que estaba apuntándole con un rifle. Los ojos del niño demostraban un profundo temor y desconcierto. Mary Benner vio esa foto y de repente se dio cuenta de que la vida nunca podría ser lo mismo para ella. Sintió una enorme compasión por todos aquellos que fueron víctimas de la brutalidad, los que fueron los más marginados. Se fue donde el Obispo de San Diego y dijo: “me gustaría pertenecer a algún tipo de orden religiosa y dedicarme a esas personas por quienes nadie más quiere cuidar.” Ella terminó llamándose Hermana Antonio y trabajando con las mujeres en la cárcel de Tijuana, una cárcel de mujeres en México. Esas reclusas de la cárcel estaban entre el segmento más abyecto, abandonado y olvidado de la humanidad. Hermana Antonio se convirtió en su amiga, compañera, hermana y madre al mismo tiempo. Esa foto del Holocausto fue la zarza ardiente de Mary Brenner.  Hay millones de “zarzas ardientes” por todo el mundo. Pero solamente cuando vemos con los ojos de la fe y oímos con los oídos de la fe, notamos la presencia de Dios o escuchamos el llamado de Dios. De lo contrario acabaremos tomando solamente una foto de ellos para guardarla en la memoria o para hablar con otros acerca de ellos. Pero si tenemos el valor de reflexionar sobre lo que Dios nos está comunicando a través de las “zarzas ardientes” y estamos dispuestos a decir “sí” para hacer algo sobre ellas, podemos llegar a ser hoy en día Moisés modernos. Moisés se convirtió en un gran libertador porque tuvo el valor de acercarse a la zarza ardiente. ¿Tenemos el valor de ir cerca de la “zarza ardiente” moderna y escuchar el llamado de Dios?

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En una gran ciudad, un sacerdote estacionó su coche en una zona de no aparcamiento porque no pudo encontrar un espacio medido. Puso una nota bajo el limpiador de parabrisas que decía: “yo he circundado el bloque 100 veces. Si no estaciono aquí, pierdo mi cita. Perdona nuestras ofensas.” Cuando volvió, encontró una cita de un oficial de policía junto con esta nota: “he circundado este bloque por 10 años. Si no te doy un ticket, pierdo mi trabajo. Nos no dejes caer en tentación.”  Nicky Gumbel nos habla de un hombre que envió un che-que al gobierno por impuestos atrasados con una nota pe-gada que decía: “me sentí tan culpable por engañar sobre mis impuestos, que tuve que enviarles este cheque. Si no me siento mejor, les mandaré el resto.”

Fr.Joseph Antony Sebastian
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