For a Catholic, there is nothing more precious than the Communion. Because we firmly believe that what is consecrated on the altar, what the priest gives to us at the time of communion, what we hold in our hand and what we consume is the body and the blood of Jesus. Communion is the most precious gift Jesus has given to us. When Jesus realized that the time had come for him to leave this world and go to the Father, he felt so sad to leave his disciples – the ones whom he loved so much in this world. He wanted to remain with them forever. And that is the reason he transformed the bread and wine into his own body and blood. Commenting on the sacredness of this body and blood of Jesus,St. Paul in 1 Cor 12:27-29 says, “Therefore, if anyone eats of the bread or drinks from the cup of the Lord unworthily, he sins against the body and blood of the Lord. A person should examine himself, and so eat the bread and drink the cup. For anyone who eats and drinks without discerning the body, eats and drinks judgment on himself.” Very strong words from St. Paul regarding the internal disposition we need to have prior to receiving the Body and Blood of Jesus and rightly so. In the mass we encounter Christ in the assembly gathered for prayer, in the celebrating priest, in the word of God that is proclaimed, and in the Body and Blood of Christ broken and poured out for us. However, the most important moment of our encounter with the Body of Christ happens at the time of Communion. It is in fact the culmination of our Eucharistic celebration. That is why silent prayer following Communion is strongly encouraged. In this personal and intimate encounter with the Lord, the person receives graces and blessings to face the day that lies ahead. Unfortunately in our church I see some people who receive communion not showing proper respect and reverence to the Eucharist. Some of them just prior to receiving communion wave, greet and embrace others and then immediately turn and show their hands to receive the communion from the ministers. Some others immediately after receiving communion greet others and loudly talk to others. Both these behaviors are in fact disrespect to the Eucharist that the person has just received. In addition to being a distraction to people who prefer to spend time in prayer they are also bad example to others particularly to children. Kindly refrain from such behavior. May we not do anything that in any way show disrespect to the Eucharist.
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
21255 Hesperian BlvdHayward, CA, USA 94541
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Para un Católico, no hay nada más precioso que la Comunión, porque creemos firmemente que lo que está consagrado en el altar, lo que el Sacerdote nos da en el momento de la Comunión, lo que tenemos en nuestras manos y lo que consumimos, es el Cuerpo y la Sangre de Jesús. La Comunión es el regalo más preciado que Dios nos ha dado. Cuando Jesús se dio cuenta que había llegado el momento de dejar este mundo e ir al padre, se sintió tan triste por dejar a sus discípulos – a los cuales amaba tanto en este mundo. Quería permanecer con ellos para siempre. Y esa es la razón por la cual transformó el pan y el vino en su propio Cuerpo y Sangre. Comentando sobre la santidad de este Cuerpo y Sangre de Jesús, dice San Pablo en 1 Cor 11:27-29, “Por lo tanto, el que come el pan o bebe la copa del Señor indignamente peca contra el cuerpo y la sangre de Señor. Cada uno pues, examine su conciencia y luego podrá comer el pan y beber de la copa. El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo.” Palabras muy fuertes de San Pablo en cuanto a la disposición interna que necesitamos tener antes de recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús y con mucha razón. En la Misa podemos encontrar a Cristo en la Asamblea que se reúne para rezar, en el Sacerdote Celebrante, en la Palabra de Dios que se proclama, y en el Cuerpo y Sangre de Cristo quebrado y derramada por nosotros. Sin embargo, el momento más importante de nuestro encuentro con el Cuerpo de Cristo sucede en el momento de la Comunión. De hecho es la culminación de nuestra celebración Eucarística. Por esta razón se recomienda una oración en silencio después de la Comunión. En este encuentro personal e íntimo con el Señor, la persona recibe gracias y bendiciones para afrontar el día que se avecina. Lamentablemente en nuestra Iglesia veo algunas personas que reciben la Comunión y no muestran respeto y reverencia a la Eucaristía. Algunos de ellos justo antes de recibir la Comunión, saludan y abrazan a otros e inmediatamente giran y muestran sus manos para recibir la Comunión de los ministros. Algunos otros inmediatamente después de recibir la Comunión saludan a otros y hablan en voz alta con los demás. Ambos de estos comportamientos son de hecho falta de respeto a la Eucaristía que acaban de recibir. Además de ser una distracción para quienes prefieren pasar tiempo en oración, también son mal ejemplo a los demás, particularmente a los niños. Les pedimos abstenerse de tal comportamiento. Que no hagamos nada que de alguna manera muestre falta de respeto a la Eucaristía.
Fr.Joseph Antony Sebastian
St. Joachim Church
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